Tu idea, tu proyecto emprendedor debe permitirte crecer, recuperar la inversión que hagas y tener puntos de control donde vayas evaluando este retorno. Lo primer es controlar cuánto gastas en tu proyecto, llevar un control de gastos es vital, si es posible hazte una cuenta aparte de las cuentas personales o familiares y, cada euro que tengas que invertir, cógelo desde ahí. Ingresos y gastos, bien anotado todo.
Fija un presupuesto máximo para tu proyecto antes de empezar a aventurarte en comprar formaciones, herramientas, mentorías… Al menos, contempla fases. Conviene que tengas una estrategia que te permita probar la idea, el producto, un producto mínimo viable (MVP), y hasta que no realices una venta, aunque sea pequeña, no comprometas más presupuesto del debido. Recuerda, cada euro invertido, tienes que recuperar más de un euro. Pasos de bebé, pasos firmes y con resultados.
Si no tienes un gran capital inicial, plantéate pruebas de venta pequeñas, productos o servicios evergreen (ver definición en el glosario), y ve validando permanentemente tu propuesta de servicio o proyecto. Pivota, cambia lo que creas necesario, empieza con un fin y un método de evaluar o validar tu idea de negocio y observa, debes tener una actitud abierta al cambio. La idea de negocio que hayas pensado inicialmente no tiene porqué ser la idea de negocio que mejor funcione, piensa eso. Asúmelo, abrázalo desde el instante cero. Tu inversión debe tener un retorno, y ser, en la medida de lo posible, mayor que la inversión inicial y si obtienes una venta, eso es una inyección de optimismo y de confirmación de tu potencial capacidad de vender